Si bien todos los integrantes de la familia están inmersos, seguramente, en el mundo digital y pasan muchas horas frente a las pantallas, conversar acerca de esto, reflexionar sobre las decisiones y las actividades online va a permitir tener una mirada crítica y constructiva sobre estos hábitos.
Los siguientes pueden ser algunos disparadores para hablar del equilibro de actividades:
- Mostrar curiosidad, con respeto, y hacer preguntas abiertas que te ayuden a entender su experiencia y el rol que los medios sociales tienen en su vida y bienestar. Por ejemplo:
- ¿Te sientes más alejada/o o sola/o después de pasar mucho tiempo en una aplicación determinada?
- ¿Te sientes más irritable o con más ansiedad después de estar mucho tiempo conectada/o?
- ¿Últimamente, cancelaste planes presenciales para realizar otras actividades online?
- Después de explorar las emociones y los hábitos, se puede crear un contrato conjunto de uso de dispositivos, en el que se determinen, de manera consensuada, reglas de uso y horarios destinados a las distintas actividades.
- Este contrato puede contener, entre otras cosas:
- Ciertos horarios de restricción de pantallas: la cena familiar es un buen momento para estimular el diálogo y dejar de lado los celulares.
- El compromiso de compartir en familia los resultados de las apps que miden el tiempo en pantalla. Ser conscientes de cuánto tiempo pasamos y en qué aplicaciones.
- Metas semanales o diarias con “obsequios” para quienes logren los objetivos.
- Puede contemplar excepciones, como fines de semana, fechas especiales o vacaciones, para dotarlo de cierta flexibilidad.
- Hacer distinciones entre el tiempo de ocio y el de actividades escolares.
- Colocarlo en un lugar visible de la casa.
- Puede ser actualizado y renegociado cuando se considere necesario.