• Retos de bajo riesgo: son los desafíos como el del balde de hielo, que constaba de arrojarse una cubeta llena de agua helada sobre la cabeza con el fin de concientizar sobre la esclerosis lateral amiotrófica y recaudar fondos. También ciertos retos de baile que pueden llevar, incluso, a aprender nuevas habilidades, divulgar información o recaudar fondos para diferentes causas.
• Retos peligrosos para la salud física: desafíos como aquel que impulsaba a tragar pastillas de detergente dejan de ser divertidos para convertirse en un riesgo preocupante que puede ocasionar lesiones físicas graves.
• Retos peligrosos para la salud mental y la vida: los casos más extremos son, por ejemplo, los de la Ballena Azul y Momo, que constan de narrativas falsas diseñadas para ser aterradoras y que incitan a los y las participantes a realizar diferentes acciones cada vez más peligrosas que llegan a ocasionarles lesiones graves e, incluso, los incitan al suicidio.

• A pesar de que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes no participa en retos de ningún tipo, es imprescindible informarse sobre su existencia y sobre algunas medidas de abordaje y prevención, dado el fuerte impacto y el riesgo que los retos peligrosos pueden tener en quienes sí los realizan.
• Unos de los motivos más importantes por los que las chicas y los chicos se meten en estos desafíos son la popularidad y el no quedar excluidas/os. Ayudémoslas/os a buscar otras formas de conseguir likes.

Los siguientes son algunos disparadores para conversar sobre estos riesgos:

• Ante todo, se debe evitar cualquier tipo de planteo restrictivo. Lo ideal es un abordaje preventivo, consciente y de construcción conjunta de los límites.
• ¿Por qué lo hacen? Entender por qué acceden a esto es fundamental para tratar el tema de manera eficaz y que resulte en una construcción conjunta.
• ¿Son verdaderamente divertidos? A veces, lo que atrae es el riesgo en sí mismo: la tensión que genera el acercarse al extremo de lo peligroso puede llevarlos/as a arriesgarse, por lo que es importante debatir sobre los límites de lo divertido y lo sano para desarrollar un criterio seguro.
• Además de dialogar sobre la existencia específica de ciertos juegos y retos peligrosos, estos hábitos pueden darnos la oportunidad de hablar más en profundidad sobre otras problemáticas a las que se enfrentan en su crecimiento.

Algunos ejemplos:

• La aceptación social y el sentido de pertenencia.
• La calidad de las relaciones y las amistades.
• Los riesgos y valores de virtudes como el coraje, la determinación y la precaución.
• Los conceptos de privacidad y exposición, entre otros.